Sabemos que la vacuna contra el coronavirus se coloca en la parte superior de su brazo. Lo cierto es que no todas las vacunas se inyectan en esa área del brazo: la de la polio, por ejemplo, se administra generalmente por la boca mientras en algunos lugares la vacuna de la rabia se pone en la barriga.
Actualmente, países como Estados Unidos también han probado la vacunación contra la influenza por vía nasal, y otros, como Cuba, han prometido una de igual tipo contra el coronavirus, lo que es un alivio para muchos temerosos de las agujas.
No obstante, para una gran variedad de vacunas, como las aprobadas actualmente contra el covid-19, la recomendación es administrarla por "vía intramuscular" y para ello, a través de los años, el deltoides se ha convertido en el lugar privilegiado.
Asimismo, el doctor René Nájera, epidemiólogo y editor del sitio de educación para las vacunas History of Vaccines, del Colegio de Médicos de Filadelfia, explica que se trata de una combinación de razones fisiológicas y prácticas.
De acuerdo con Nájera, con vacunas como las del covid-19 se busca la presencia abundante de tejido, o músculos, que permitan la activación posterior de los anticuerpos contra la enfermedad.
En la parte del músculo hay mucha vascularización, mucha sangre, y eso hace que haya mayor presencia de células inmunes, además esas células son las que pueden recoger la vacuna, ya sea el ARN mensajero en el caso de las vacunas de Moderna o Pfizer o el ADN por medio del adonovirus, en el caso de la de Johnson and Johnson y llevarlas a la célula donde se requieren", explica.
También otras partes del cuerpo, como los glúteos o los muslos, podrían ser efectivas, dado que son zonas ricas en músculos. A los niños, por ejemplo, las vacunas intramusculares se le suelen poner en las piernas, porque es donde generalmente tienen más tejido.
En cambio en los adultos, en la parte de los glúteos podrían ser una opción, pero no resulta conveniente porque en ocasiones presentan tejido de grasa, lo cual hace que la vacuna sea menos efectiva.
Aunque tradicionalmente se pensaba que los glúteos eran un sitio apropiado para la vacunación, las capas de grasa presentes allí en algunas personas no contienen las células apropiadas que son necesarias para iniciar la respuesta inmune.
De igual forma, el antígeno también puede tardar más en llegar a la circulación después de haber sido depositado en la grasa, lo que lleva a un retraso en el procesamiento de la respuesta inmunitaria.
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