El volcán de Fogo, que se ubicaba en la isla Fogo del archipiélago de Cabo Verde, situado en el Océano Atlántico, frente a las costas de Senegal, entró en erupción el pasado 23 de noviembre de 2014 debastó varias aldeas cercanas y forzó la evacuación de la población. Las cosas podrían haber sido mucho peores si hubiera ocurrido lo mismo que hace 73.000 años, cuando una ladera de esta montaña se desplomó sobre el mar y levantó una gigantesca ola de 170 metros de alto que golpeó la isla de Santiago ubicada a 55 km de allí.
Los científicos ya tenían registro de ese tsunami prehistórico, pero no sabían su fecha exacta por lo que lo databan en unos 100.000 años atrás, y pensaban que había sido de dimensiones modestas. Ahora, el geofísico de la Universidad de Bristol (Reino Unido), Ricardo Ramalho y sus colaboradores han desvelado los datos exactos del suceso.
El equipo de de geofísicos ha analizado grandes rocas diseminadas por una meseta que se extiende a 200 metros de altitud en la isla de Santiago. Las piedras, provenientes de los acantilados, llegan a estar 650 metros tierra adentro. Solo un super-tsumani podría haberlas trasladado hasta allí. Según los cálculos, la ola originada en Fogo habría medido unos 170 metros de alto y al impactar contra tierra firme, los niveles de agua habrían alzado un nivel superior a los 270 metros de altura.
Para dar con la fecha exacta de la catástrofe, el equipo de investigadores midió la concentración de isótopos de helio en la superficie de las rocas estudiadas. Cuando los rayos del sol golpean ciertos minerales, se produce helio-3. Midiendo la presencia de helio-3 en las superficies de las rocas expuestas a la luz desde el momento del tsunami, se puede calcular el tiempo transcurrido desde el impacto de la ola, 73.000 años en este caso.
Los resultados de la investigación permitirán crear modelos de colapsos volcánicos en islas y los posibles tsumanis que podrían provocar, algo muy importante de precisar en las islas Azores, Canarias o Hawái, las cuales cuentan con volcanes altos, jóvenes y con gran inclinación, lo cual genera un potencial peligro de derrumbe.
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