El país cuenta actualmente con más de 200 casos confirmados. Afortunadamente, la cepa africana vista en Brasil no parece haber desarrollado todas las mutaciones detectadas en el sureste asiático. Tales adaptaciones genéticas, si están presentes, podrían hacer que el virus sea hasta 100 veces más infeccioso para los mosquitos, dice Stephen Higgs, un experto chikungunya de la Universidad Estatal de Kansas. No obstante, esas mutaciones de un solo punto, aún podrían aparecer, y es difícil predecir la probabilidad de que eso suceda, dice Vasconcelos. Las mutaciones reducen el umbral de lo que se necesita para que un mosquito se infecte con el chikungunya, replique el virus en su cuerpo y lo transmita a los seres humanos cuando los pica.
El verano en Brasil comienza el próximo mes, una temporada de lluvia copiosa que va a crear caldos de cultivo más idóneos para los mosquitos, que luego pueden ir a picar a los humanos y extender el chikungunya. La aparición del genotipo africano de chikungunya “solo va a hacer una mala situación peor”, dice Scott Weaver, un experto en infecciones humanas en la Universidad de Texas, en Galveston.
Hay dos vacunas para chikungunya en este momento, pero tampoco se ha completado la prueba rigurosa requerida antes de que puedan estar disponibles para las personas. Una aún no ha sido probada en seres humanos y la otra no ha pasado todas las etapas obligatorias de las pruebas para asegurarse de que es eficaz en la prevención de la enfermedad. Exactamente qué organización o nación pueden financiar la producción en masa de estas vacunas, suponiendo que resulten eficaces, también sigue siendo una pregunta abierta. “Hay tantas cosas que no sabemos acerca de este patógeno, sobre todo cuando entra en nuevos territorios”, concluyó Higgs el pasado 4 de noviembre, en la reunión anual de la Sociedad Americana de Medicina Tropical y Salud.
Scientific American
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