Se han detectado por primera vez olas de hasta cinco metros de altura en el Océano Ártico. La noticia no es nada alentadora, porque en esta masa de agua que rodea el Polo Norte no es normal que haya olas de ese tamaño. Los oceanógrafos creen que el fenómeno se debe al progresivo retroceso del hielo de los polos, y lo peor es que estas olas más grandes podrían contribuir negativamente a este retroceso.
Una de las causas habituales del oleaje es el viento. Si es lo bastante fuerte y la masa de agua lo bastante grande, se generan ondas en la superficie del mar que, con el tiempo se unen en olas más grandes. La clave está precisamente en la cantidad de agua.
El Océano Ártico es el más pequeño de todos los que cubren el planeta, y está parcialmente cubierto de hielo. Cuando el hielo del Polo Norte apenas retrocedía 160 kilómetros en verano, la masa de agua líquida resultante no era lo bastante grande como para que se generaran olas tan grandes. El calentamiento está ampliando mucho esas masas de agua. En verano de 2012, la capa de hielo retrocedió cerca de 1.500 kilómetros.
En septiembre de ese mismo año, el oceanógrafo de la Universidad de Washington Jim Thomson detectó olas generadas por el viento de cinco metros de altura. Tal y como explica Thomson en la publicación Geophysical Research Letters, el fenómeno es totalmente nuevo, y podría tener un impacto significativo en la erosión del hielo polar.
Thomson reconoce que la novedad del fenómeno impide establecer conclusiones apropiadas al respecto. Este investigador y su equipo ha desplegado una red de sensores flotantes con el objetivo de determinar el alcance del oleaje en el Océano Ártico y su efecto sobre esta región del planeta.
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